1 may 2009

La chica de LA


El otro dia salía del bar de mi amigo Norton en Los Angeles. Pensaba mientras me subía a la camioneta en dos cosas: que no debía beber tanto un martes a la noche (sobre todo Jack Daniels), y que alguien de todos los que trabajan para mi tenían que lavar el maldito vehiculo, porque daba asco. Mientras ponía un disco de Cool Jazz en el equipo, y encendia el motor, vi a una mujer acercandose a mi camioneta. Habitualmente en estos casos me preocupo, porque no sabes con que intenciones se acerca la gente en América, no siempre son las mejores. Pero esta chica no me despertó ningun mal pensamiento, al contrario, su risa, su mirada, y un par de venitas que claramente se marcaban en su frente me hicieron imposible la sola idea de dejar de mirarla.
Baje la ventana del asiento de acompañante y le dije Hola. Me dijo su nombre, me hablo de la banda, se rio muchas veces, y me hipnotizó. Era... hermosa. Tenía una risa contagiosa y fresca, sus ojos negros transmitían tanto... Su cuerpo perfecto se recortaba en el reflejo de las luces de LA de noche.
La invité a subir, pero con una mirada y una sonrisa me dio a entender que no podía. No se cuanto tiempo fue. Se que fue poco, al menos yo hubiera querido que ese momento con esa mujer dure mucho mas.
Se acercó y me dio uno de los besos mas ricos de mi vida. No recuerdo como reaccioné, pero seguro no hice lo que hubiera querido. Era como soñar despierto, con una mujer que no conocía fisicamente, pero que era una vieja conocida de mi alma.
Sin mas, me dio otro beso, giró y se fue. Cuando estaba cerrando la ventana, volvió y con su indice derecho me dibujó en la ventana una flor, y un "4 U" (For You, para vos en inglés). Y se perdió.

El miercoles a la mañana me desperté con el aroma de su perfume, y con el sabor de sus labios en los mios. Entendí que no fue un sueño. Esa chica de L.A. existió, y me regaló un momento mágico e irrepetible.
Sigo yendo a lo de Norton a beber -menos- bourbón, noche tras noche, esperando esa sonrisa, esas venitas, esos ojos negros, esa risa increible.
Mientras tanto, di la orden estricta: la camioneta no se lava. Al menos, el vidrio del acompañante
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